Ubicada en la ciudad de Puebla, en la avenida peatonal 5 de Mayo 407, la Capilla de la Virgen del Rosario, es la capilla anexa al Templo de Santo Domingo.
Fue concebida por el dominico Fray Juan de Cuenca, quien en el año de 1650 inició su construcción, pero dada la magnitud de la obra, fue hasta 1690 que fue terminada por otros dos dominicos fray Agustín Hernández y Fray Diego de Gorozpe, quienes la dedicaron al insigne obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, y celebrando su consagración el 16 de abril, para que coincidiera con la fecha en que se fundó la Ciudad de Puebla.
Constituye el más destacado ejemplo del barroco novohispano y una de las mayores realizaciones artístico-religiosas de México. La planta está dispuesta en forma de cruz latina, con brazos y testero cortos. La nave está dividida en tres tramos y su bóveda es de cañón con lunetos de la misma forma que los brazos del crucero, posee una cúpula angosta con tambor y sobre este unas ventanas y en la media naranja otras, cuyo propósito es dar iluminación al suntuoso ciprés justo abajo. El interior de la capilla es, sin exagerar, majestuoso, en donde las estructuras arquitectónicas han sido cubiertas en cada rincón que se observe con relieves en estuco dorado, con el fin de exaltar el sentimiento religioso. Los muros laterales de la nave están revestidos simétricamente por grandes lienzos de la mano del pintor José Rodríguez Carnero (1649-1725).
La Capilla está decorada con estuco sobredorado, preparado con una base de harina con clara de huevo y agua y recubierta con láminas de oro de 24 quilates, como muchas decoraciones barrocas de la capital poblana. En el altar se erige el trono de la Virgen, con un baldaquino labrado por el maestro español Lucas Pinto.
Este tipo de construcciones es reflejo del alcance económico de la iglesia en aquellos años y de la ambición y suntuosidad con que sus templos fueron planeados y erguidos.